miércoles, 14 de septiembre de 2011

Noche de Miedo (Craig Gillespie, 2011)

Un Remake con estilo


No me voy a poner pesado con eso de los remakes de Hollywood, la falta de creatividad bla, bla, bla. Me parece un debate demagógico, o lo que es peor, que anda escaso de memoria cinéfila. Ya no nos acordamos de cuando directores de prestigio (caso Alfred Hitchcock) hacían remakes de sus propias películas; o cuando autores europeos hacen remakes de éxitos norteamericanos, como hace poco Nikita Mikhalkov y su remake de Doce hombres sin piedad, de Sidney Lumet.



Los más viejos del lugar y los agregados  al revisionismo ochentero recordarán un pequeño clásico del cine de terror de aquella época: Noche de Miedo, el debut en la dirección del mediocre Tom Holland, autor también de otro sobrevalorado clásico de los ochenta, Muñeco Diabólico.

Noche de Miedo tenía varias virtudes; uno de los mejores posters que se hicieron en los ochenta, una gran idea argumental (eso de descubrir que tu vecino es un vampiro, pues mola) y un gran villano, el vampiro interpretado por Chris Sarandon, uno de los mejores que ha dado el cine reciente. Por lo demás, Noche de Miedo no era nada del otro mundo, así que tampoco hay que rasgarse demasiado las vestiduras ante la idea de resucitar una buena idea de guión con algo más de brío y energía que el original.


Lo primero que sorprende de Noche de Miedo 2011 es el nombre de su director, Craig Gillespie, que hace cuatro años dirigió la notable cinta Lars y una chica de verdad. Quien busque algún rasgo autoral en esta película que  no se moleste, no lo va a encontrar. Lo que sí va ha encontrar es una apañada y entretenida película que supera en muchos aspectos al original. En primer lugar los jóvenes protagonistas, Anton Yelchin e Imogen Poots, superan y en mucho a los originales. Collin Farrell se esfuerza por alejarse del elegante vampiro encarnado por Chris Sarandon y nos ofrece un vampiro-camionero-cervecero que se diría un burla a los melancólicos crepusculinos. Sin embargo donde la nueva Noche de Miedo gana por goleada es en el aspecto visual y en la construcción de las secuencias de suspense;  hay algunas muy logradas, como la que juega con la idea de que el vampiro ha de ser invitado para entrar a una casa y la de la entrada del protagonista en la casa del vampiro. En resumen, Noche de Miedo 2011 no es memorable, pero sí un digno producto fantástico, lo que no es poco.


Tema aparte es el uso del 3D. Cada vez veo más claro que hasta que el tema de las gafas se solucione la cosa no acaba de tener mucho futuro. Ver una película oscura y tenebrosa con gafas de sol pues como que no. El 3D queda muy bien cuando se juega con los títulos de crédito y con la profundidad de campo pero en la secuencias trepidantes no te enteras de nada. En fin, que sigo pensando que o se dedica mucho tiempo y esfuerzo en la fotografía y el montaje (el caso de Avatar) o el 3D, en lugar de meterte más en la película te saca de ella.

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